LA VISIÓN CRÍTICA QUE DA ESPERANZA
Por Cecilia Garcés
Afiliada Maryknoll, Capítulo Guatemala
En Guatemala, como en muchos otros países de Latinoamérica, vivir, planificar, gozar de libertad y proponerse proyectos a largo plazo, implica la consolidación de una visión crítica sobre el Estado, el Gobierno, la sociedad y sobre los movimientos políticos, sociales y económicos que desde ella se impulsan. Las acciones y decisiones históricas de cada país han consolidado el modelo económico predominante en la región, caracterizado por la explotación de los recursos naturales, la expropiación de los territorios y la expulsión de sus habitantes. A su vez, el modelo político que compartimos pretende establecerse en el mapa de las democracias mundiales pero no lo alcanza derivado de la sistemática violación a derechos fundamentales como la educación, la salud, la libertad de expresión; resultando así en el debilitamiento de la ciudadanía que debiera ser principal protagonista en la consolidación del gobierno del pueblo. El día a día transcurre entre una amalgama de la lucha por la sobrevivencia y la posibilidad colectiva de estrecharse la mano en auxilio, solidaridad, compasión o luchas asumidas.
Un sector ciudadano, cada vez mayor, ha podido consolidar su formación, su comprensión sobre los fenómenos sociales, las decisiones políticas, el desarrollo económico y el impacto de todo esto sobre la calidad de vida colectiva e individual. La migración, el narcotráfico, la trata de personas, la corrupción -problemas que nos rodean día a día- son lentamente desenmascarados por mujeres y hombres de visión crítica. Lejos de asustarse y cerrar los ojos, existe en el continente la posibilidad y el deseo de ver, hacerlo con claridad y utilizar los mecanismos legales e institucionales para su combate. Esta actitud exige disciplina, estudio, información, comunicación, participación, denuncia, propuesta, sobre todo exige constancia y valentía. Cuando todo esto se presenta en una correlación de fuerzas caracterizada por alianzas estratégicas se provoca una sinergia que logra incidir positivamente.
En buena medida los medios de comunicación alternativa se han convertido en espacios de expresión. Las redes sociales se han convertido en mecanismos para formar redes humanas compartiendo análisis y construyendo a la propuesta de nuevas posibilidades. Ciertamente, el discurso es bastante fuerte, pero su fuerza no deriva del pesimismo y la depresión. Todo lo contrario, la persistencia se fundamenta en la esperanza, profunda esperanza de una ciudadanía que sí es posible vivir en condiciones de humanidad entre hermanos y hermanos.
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