domingo, 1 de septiembre de 2013

Por una vida digna

 

CAMINANDO AL ENCUENTRO DEL SEÑOR

Por Matt Russo
Director Misión Educadora de la Oficina de Maryknoll,
New Orleans, Lousiana
 
“Juntos como hermanos, miembros de una iglesia – vamos caminando al encuentro del Señor”.  Palabras de un canto religioso que se canta mucho en las liturgias de la Basílica de Esquipulas, municipio de Chiquimula en la República de Guatemala.  La primera vez que visité Esquipulas, fue en enero de 1987.  Un compañero de clase, ahora sacerdote benedictino, me invitó a pasar un tiempo en el monasterio donde vivía.  Los monjes de la Abadía asisten a los cientos (a veces miles) de peregrinos que diariamente acuden a veneran al Cristo Negro –una imagen oscura tallada a mano de Jesús crucificado, que está guardada como una reliquia en la gran Basílica.  La primera vez que visité Esquipulas, sabía poco español, menos de Esquipulas y mucho menos cómo llegar al lugar una vez que aterricé en la ciudad de Guatemala.  El Padre David me dijo: “tome el autobús de Rutas Orientales que lo llevarán directamente al lugar”.  Se le olvidó decirme que sería un trayecto largo, que duraría 5 ½ horas, que el bus no tenía servicio sanitario, iba lleno de personas y un clima caluroso.

Cuando asumí el ser educador misionero con Maryknoll, descubrí que la mejor manera de enseñar a las personas lo que era una misión, era invitarlas a conocer América Latina, lugar en el que conocerían misioneros y podrían involucrarse en actividades de misión, al mismo tiempo que entrar en contacto con la vida de los pobres – aunque fuera por un tiempo corto.  Hay un dicho que dice que la misión es “estar con el pobre y vivir con el pobre”.  Mi trabajo con la misión se resume así: “estar con el pobre y vivir como pobre”.  Mi trabajo con los programas de inmersión – misión los he llevado a cabo en los hogares y barrios de cientos de personas pobres de Ecuador, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México y también con una comunidad cerca de Cap Haitien en Haiti.

Ser un educador en misión ha sido un reto para mí, porque el concepto que la Iglesia tiene acerca de lo que es una misión, ha cambiado desde que Maryknoll comenzó hace cien años.  Algunas veces las nuevas enseñanzas molestan a las personas porque pareciera que siguen prácticas sin reflexionarlas.  Invariablemente la primera pregunta que hace un participante interesado en el programa de inmersión - misión es ¿Qué vamos a hacer?  Los Misioneros muchas veces hablan del éxito de la misión, cuando lo relacionan con lo que hicieron, ya sea espiritual o materialmente.  Creo que es mejor preguntarse: “¿Por qué vamos?  El Padre Donal Dorr, un sacerdote – misionero – autor, dice de forma tan conmovedora en “La Misión en el Mundo de Hoy”,  que a medida que pongamos nuestra atención en quienes reciben de la actividad misionera y no en el gran trabajo y el gran regalo de los misioneros, comprenderemos que “misionar no es solo hacer cosas por las personas. Lo primero es estar con las personas – escucharlas y compartir con ellas y ellos”.  Cuando se presenta la posibilidad de hacer un viaje de misión nos preocupa “hacer”, lo cual es comprensible… nuestra cultura y espiritualidad nos ha transmitido que el ser importantes se nos medirá por lo que hacemos; la teología original de la misión nos ha enseñado que misionar y vivir un ministerio es dar y hacer por los pobres.   Pero ahora nos concentramos más “estar con” no “hacer para”.

El Hermano Marty Shea, un Misionero de Maryknoll de muchos años, habla de la misión como: “caminando con el pueblo”.  Cuando caminamos con el pueblo encontrarnos al Señor.  Puede ser que suene sacrílego decir, pero: “El Cristo Negro no vive en la Basílica, se le venera en la Basílica, Él vive entre las personas – en las calles y en los barrios y en las chocitas humildes”.  Y cuando nos comprometemos con seriedad a esta “caminata” o “peregrinación”, nos abrimos a la posibilidad de una conversión – no la conversión de las personas con quienes vamos a estar, sino nuestra propia ¡conversión! Una conversión que tiene que ver con el cambio fundamental en la manera de ver la vida –lo que hacemos, lo que tenemos, a quiénes considero mis amigos, qué preguntas me hago, a qué eventos pongo atención y a quién soy leal.  Muchas veces ir a misión, ayuda a esa conversión.

Los pobres de Esquipulas han estado tratando de enseñarme por veintidós años que el camino hacia la santidad – el camino hacia Dios - está en obedecer las demandas de cada día.  Creo firmemente que Solo caminando Juntos como Hermanos encontraremos al Señor.
 

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