lunes, 16 de junio de 2014

Editorial

SABIDURÍA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
 
 
Por Rosa Beatriz Castañeda de Larios,
Editora de No Tan Lejos del Horizonte
Versión en español
 
“Todos somos humanos y Nuestra Madre Tierra nos une.  Tenemos cultura e idiomas diferentes, sin embargo a un nivel más profundo y ancestral, todos tenemos un mismo origen.   El mismo espíritu de vida habita en nosotros. Sin nuestros ancestros ninguno de nosotros estaría aquí.   Todos estamos relacionados y eso no cambiará nunca” (Davi Kopenawa, miembro del grupo yanomani, Brasil)


El 13 de septiembre de 2007, la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de Derechos de los pueblos originarios, protegiendo a más de 370 millones de personas.  Esta Declaración contiene 46 artículos que establecen, entre otros, el respeto a sus derechos, la propiedad de la tierra, el acceso a los recursos naturales de los territorios donde se asientan, el respeto y preservación de sus tradiciones y autodeterminación, la importancia de la educación bilingüe y el mejoramiento continuo de las condiciones económicas y sociales de los ancianos, mujeres y menores de edad.  “La lucha indígena gira alrededor de la defensa del derecho a existir junto a nuestros recursos naturales, la lucha por defender nuestra identidad cultural” (Armando Edguin, indígena de Nicaragua).


“Nuestra espiritualidad no tiene nada que ver con religiones, nuestra espiritualidad la vivimos junto a nuestra madre, la naturaleza. El agua, el aire, el bosque, la tierra, por eso nuestra lucha va orientada en defensa de estos recursos que nos dan la vida y si nos lo quitan nos condenan a la desaparición como pueblo indígena”. (Gerardo Nájera del Pueblo Térraba, Costa Rica).   Por lo que es inaplazable que la ciudadanía escuche y reconozca que los pueblos originarios, son fieles herederos de la sabiduría ancestral de los territorios que habitan, los recursos naturales, la espiritualidad, los idiomas, instituciones tradicionales.    Su profundo respeto a la Naturaleza, la Madre Tierra, los lleva a aprovechar los recursos de su entorno y a cuidar que se recupere rápidamente.   “La visión de los pueblos indígenas se manifiesta en las formas de relacionarse.  Primero, entre los seres humanos, de manera comunitaria.  Segundo, con la tierra, nuestra madre.  Tercero, con la naturaleza, pues somos parte integral de ella y no sus dueños”.  (Rigoberta Menchú Tum, Guatemala).  Generan una conciencia comunitaria que los lleva a establecer organizaciones que garantizan y defienden los derechos de sus pueblos.  Mi pueblo vive en la frontera con Panamá y resulta que allí instalaron, en el mar muy cerca de la playa, una atunera que nos destruyó el ecosistema, ya no se puede usar la playa, los peces huyeron y nos arruinaron nuestro paisaje”.  (Apolonia Bejarano, líder indígena de Ngabe, Costa Rica)

 
“Los civilizados occidentalmente no están alfabetizados en comprender el sistema de valores de los indígenas, en lo que respecta la convivencia y buen vivir, con la naturaleza y el cosmos”. (Nacionalidad Achaur, Ecuador).  Desarraigan a la mayoría de comunidades de sus territorios a consecuencia de políticas gubernamentales discriminatorias, conflictos armados e intereses económicos privados.  “También los jóvenes estamos organizados en un proceso de formación, vivimos la realidad, no se respeta la autonomía territorial ya que muchas empresas transnacionales han llegado a explotar nuestros recursos naturales, como jóvenes también participamos en esta lucha” (Telma Sánchez, joven Lenca de Honduras).  Su salud es afectada al contaminar sus tierras y agua, no reciben una educación que garantice la continuidad de su idioma o el respeto por su cultura.  La marginación social y discriminación legal los hace vulnerables a sufrir violaciones de derechos humanos. 


“Los afiliados, afiliadas Maryknoll (MKA) nos desafiamos para ir más allá cruzando fronteras locales y globalmente, para caminar con los pobres y excluidos para luchar por la paz y la justicia para toda la Creación”.  Invitémonos para que uno de los servicios de nuestra misión sea la causa de los pueblos originarios, respetando su identidad, sabiduría, cultura y responder a las necesidades que como pueblos presentan.


¿Qué pasa en Latinoamérica?

AB´YA YALA: PUEBLOS HERMANOS
 
Por Ana Lucía Ramazzini
Afiliada Maryknoll , Guatemala

En esta edición de No Tan Lejos de Horizonte, entrevistamos a cuatro mujeres mayas para abrir la discusión en torno a ¿Cuáles son las principales demandas de los pueblos originarios de América Latina hoy? ¿Cómo los enfrentan? ¿Cuáles son los mayores retos?
 
 
Todas ellas coinciden que las demandas de los pueblos originarios están directamente relacionadas con la historia de despojo vivida y éstas se expresan hoy en la lucha por los territorios. María Jacinta Xon, plantea que responden a las contradicciones históricas que vienen sucediéndose como estrategias y mecanismos  para despojarlos de los recursos naturales  en sus territorios y para la explotación de su mano de obra.  Aura Cumes concuerda con lo anterior: Lo que tienen en común los Pueblos Indígenas de América Latina es que han sufrido procesos sistemáticos de despojo, a lo largo de la historia de dominación colonial. Con el desarrollo del capitalismo actual, el modelo extractivo bajo las modalidades que estamos conociendo, ha generado una acción política intensa en las localidades que los enfrentan. Muchos de estos movimientos locales tienen un fuerte arraigo histórico, reflejan una trayectoria de lucha política, es decir que no se articulan hasta ahora, por eso la realidad actual que amenaza la vida de sus habitantes genera caminos de convergencia en torno a la defensa común de la vida y del territorio.
 
Francisca Gómez Grijalva, coincide al señalar que: En el pasado y en la actualidad las mujeres y los hombres de los Pueblos de Ab´ya Yala (Las Américas y El Caribe) han demandado el respeto a sus derechos humanos individuales y colectivos. […] La implantación del supuesto derecho de la propiedad privada ha sido y es la argucia racista y sexista estructural a través del cual los gobiernos, la oligarquía y las grandes empresas transnacionales han podido garantizar la usurpación de tierras por la “vía legal”. 
Victoria Tubín afirma que una de las principales demandas históricamente ha sido la justicia social y, en el caso específico de Guatemala, el cese a todas las injusticias raciales, de violencia política y violaciones de derechos humanos: En los últimos años se ha incrementado la lucha por la defensa del territorio que tiene relación con la tenencia de la tierra, con la historia y contexto social de las comunidades, la cosmovisión maya y todas sus complejidades. Los pueblos originarios señalan el territorio no como una palabra aislada sino la complejidad y profundidad de la vivencia de los mayas y xinkas, sobre todo porque los proyectos de desarrollo que vienen diseñados por extranjeros y empresarios se imponen sin el consentimiento y la consulta previa de cada una y uno de ellos.
 
Aura Cumes resalta la heterogeneidad de los pueblos originarios en historias, en luchas políticas e intereses cotidianos,  y por esto afirma que sus demandas no van en una sola línea, sino abarcan formas de luchas distintas en cada país: Los ubicados en el sur de América han tenido en el pasado dinámicas quizás menos influidas directamente por las políticas invasivas y represivas de EE.UU, que estimuló largos años de guerra, masacres y genocidio contra los pueblos indígenas, como ocurrió en varios países de Mesoamérica.
Las entrevistadas convergen en lo que señala Francisca Gómez al argumentar que en la actualidad los Pueblos de Ab´ya Yala, demandan el fin de la implantación de megaproyectos extractivistas en sus territorios, especialmente la minería a cielo abierto, los monocultivos, las hidroeléctricas, la minería de cemento, etc. que atentan contra la vida, destruyen la tierra, los bienes naturales y ponen en gran riesgo la soberanía alimentaria de estos pueblos. También demandan que se les respete en igualdad de condiciones con relación a los pueblos ladino/mestizos, exigen a los gobiernos que pongan fin a esas políticas estructurales de discriminación racial y de género en materia económica, salud, educación, jurídica, vivienda, entre otros. Aura Cumes visibiliza en  estas demandas, la participación de las mujeres indígenas, la cual ha sido una constante: Aunque no abundan los registros del pasado, los pocos que hay, nos hablan de mujeres que siempre han cuestionado las formas de poder […] En las luchas actuales por la defensa del territorio las mujeres están a la vanguardia, defendiendo la vida, los territorios y los bienes naturales, creando comunidad y sociedad, es decir haciendo una política distinta e innovadora, pero han sido impunemente reprimidas, perseguidas, capturadas, porque el poder colonial y patriarcal las quiere ver sumisas. En la misma línea de reflexión, Victoria Tubín es enfática al señalar que ante las demandas de los pueblos originarios los estados han respondido con represión, violencia y discriminación: El racismo y la misoginia son parte de la violencia que se impone a las muchas familias que defienden su territorio. Y esto se evidencia en despojo, desalojo, violaciones sexuales a mujeres, saqueo, engaños y más violencia en las comunidades. Expresa que son pocas las veces que se reconoce que los pueblos originarios son quienes, especialmente, han defendido y cuidado los bienes de la naturaleza.
 
Al preguntarles a todas ellas sobre ¿Cómo enfrentan los pueblos originarios estas demandas?  María Jacinta Xon, al igual que Aura Cumes asevera que hay que partir que los pueblos indígenas son personas heterogéneas en credos, convicciones ideológicas, posibilidades económicas, conciencia ecológica y ubicación geográfica y  las enfrentan desde y con diferentes posibilidades,  pues aunados a la condición identitaria de pueblos indígenas, la condición de clase –ser pobre- fortalece y/o debilita las luchas colectivas en los territorios amenazados. 
 
Francisca Gómez Grijalva afirma que los pueblos de Ab´ya Yala resisten de manera organizada: Desde Tierra de Fuego hasta México y el Caribe, existen movimientos de resistencia que a nivel nacional e internacional se han ido articulando y están accionando de distintas maneras contra las perversas políticas extractivistas […]. Así defienden sus derechos territoriales, bienes naturales y reivindican una vida digna en ambientes sanos libres de contaminación, según se establece en las Constituciones Políticas, el Convenios 169 de la  Organización Internacional de Trabajo (OIT), la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial (CERD), Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).  Para Victoria Tubín, hay resistencia, pese a ser criminalizadas las demandas y acusadas las personas de terroristas. Aura Cumes añade que: Muchos de estos movimientos locales tienen un fuerte arraigo histórico, reflejan una trayectoria de lucha política, es decir que no se articulan hasta ahora, por eso la realidad actual que amenaza la vida de sus habitantes genera caminos de convergencia en torno a la defensa común de la vida y del territorio.  Menciona que alrededor de la defensa del territorio, se están estructurando ideas locales de autonomía.
 
Todas ellas coinciden que las demandas de los pueblos originarios están directamente relacionadas con la historia de despojo vivida y éstas se expresan hoy en la lucha por los territorios. María Jacinta Xon, plantea que responden a las contradicciones históricas que vienen sucediéndose como estrategias y mecanismos  para despojarlos de los recursos naturales  en sus territorios y para la explotación de su mano de obra.  Aura Cumes concuerda con lo anterior: Lo que tienen en común los Pueblos Indígenas de América Latina es que han sufrido procesos sistemáticos de despojo, a lo largo de la historia de dominación colonial. Con el desarrollo del capitalismo actual, el modelo extractivo bajo las modalidades que estamos conociendo, ha generado una acción política intensa en las localidades que los enfrentan. Muchos de estos movimientos locales tienen un fuerte arraigo histórico, reflejan una trayectoria de lucha política, es decir que no se articulan hasta ahora, por eso la realidad actual que amenaza la vida de sus habitantes genera caminos de convergencia en torno a la defensa común de la vida y del territorio.
 
 
Francisca Gómez Grijalva, coincide al señalar que: En el pasado y en la actualidad las mujeres y los hombres de los Pueblos de Ab´ya Yala (Las Américas y El Caribe) han demandado el respeto a sus derechos humanos individuales y colectivos. […] La implantación del supuesto derecho de la propiedad privada ha sido y es la argucia racista y sexista estructural a través del cual los gobiernos, la oligarquía y las grandes empresas transnacionales han podido garantizar la usurpación de tierras por la “vía legal”. 
 
 
Victoria Tubín afirma que una de las principales demandas históricamente ha sido la justicia social y, en el caso específico de Guatemala, el cese a todas las injusticias raciales, de violencia política y violaciones de derechos humanos: En los últimos años se ha incrementado la lucha por la defensa del territorio que tiene relación con la tenencia de la tierra, con la historia y contexto social de las comunidades, la cosmovisión maya y todas sus complejidades. Los pueblos originarios señalan el territorio no como una palabra aislada sino la complejidad y profundidad de la vivencia de los mayas y xinkas, sobre todo porque los proyectos de desarrollo que vienen diseñados por extranjeros y empresarios se imponen sin el consentimiento y la consulta previa de cada una y uno de ellos.
 
 
Ante estas problemáticas complejas, los retos son varios. En la misma perspectiva, ella destaca que un reto es fundamental es transformar la indiferencia en la que muchas personas de las ciudades están inmersas. Se enfoca  en la lucha contra el racismo para evitar que los pueblos originarios sean vistos como “los otros”. Y menciona que es clave una mejor educación y formación crítica a la niñez y juventud sobre los problemas estructurales. En relación con lo anterior, Aura Cumes recalca: La participación política en sentido amplio no siempre está favorecida por la educación, al contrario, la escolarización tiene la particularidad de promover el potencial económico de los cuerpos disminuyendo su fuerza política. Digo esto, porque se piensa comúnmente que la participación de las mujeres siempre va la mano con la escolarización. En todo caso, la escolarización también puede ser aprovechada de forma estratégica para cuestionar y desafiar al mismo sistema conociéndolo desde adentro. Las entrevistadas coinciden en que el mayor de los retos es tomar conciencia que las demandas planteadas no son sólo problemáticas de los pueblos indígenas, sino de todas las personas. Es así como María Jacina Xon plantea la necesidad que las poblaciones del mundo tomen conciencia que la lucha por la vida y las condiciones que permiten la vida- como el agua, los ecosistemas saludables, las semillas criollas-, no son problemáticas ni discursos de pueblos originarios, sino debe ser una realidad urgente que determina la vida o la muerte de la humanidad.
 
Finalmente, Francisca Gómez nos deja con esta reflexión:
Los retos de los Pueblos de Ab´ya Yala, tanto en América Latina como en el Caribe, también son retos para los Pueblos Ladino/Mestizos. Es importante que en Ab´Ya Yala tomemos plena conciencia de que compartimos historias de subalternización que atentan contra nuestra dignidad y nuestros derechos fundamentales. Hoy más que nunca necesitamos tejer puentes de solidaridad y resistencias pacíficas desde la perspectiva de la no violencia para accionar contra el sistema capitalista patriarcal moderno/colonial racista, sexista, misógino, clasista y militarista. Es necesario que pongamos fin a esas lógicas colonialistas que dividen y fomentan la polarización entre mujeres y hombres, así como  entre pueblos hermanos.

Buena Nueva


ORACIÓN
 
 
 
 Corazón del Cielo,

Corazón de la Madre Tierra,

Corazón del Aire,

Corazón del Agua,

Corazón del Fuego:
 

Ayúdennos a tomar conciencia

de que ustedes son génesis y fuente sagrada

de nuestra vida y la de nuevas generaciones,

ustedes que son el hálito de vida y el soplo divino,

ustedes que circulan por las venas

de la madre tierra y de las nuestras,

ustedes que son los dadores

y el sustento de nuestra vida:

ayúdennos a amarlos, a abrazarlos

y cuidarlos de todo Corazón.

 
Daniel Caño
(Ajtxaj Maya Q’anjob’al
y catedrático universitario, Guatemala)

 

Buena Nueva

TODOS SOMOS HUMANOS Y NUESTRA MADRE
 TIERRA NOS UNE
Por Alberto Bailetti
Afiliado Maryknoll, Perú

El título de este artículo reproduce las palabras de Davi Kopenawa, de la etnia Yanomani de Brasil con las que se inicia el editorial NTLH sobre la sabiduría de los pueblos originarios. Quiero felicitar a la revista por esta iniciativa que nos lleva a tratar un tema medular de la misión que debemos cumplir los Afiliados Maryknoll. Dios quiere que todos estemos unidos en un solo Espíritu porque Él se manifiesta en cada persona, grupo humano y cultura, así como en la relación entre éstos con la Madre Tierra y toda la Creación. Qué sabiduría pues la expresada por Davi Kopenawa en una frase tan breve. Sin embargo la tendencia del ser humano a través de toda su historia es a la división, a la discriminación, a creernos dueños de la verdad y a querer imponer nuestras ideas a los demás e incluso a la Divinidad en cuyo nombre creamos jerarquías y diferencias.
 
El mensaje de Jesús es claro, todos/as estamos invitados/as por igual a la Mesa del Señor, somos semejantes ante sus ojos, nos guste o no nos guste. Predicó que debían unirse hombres, mujeres, cristianos, judíos, gentiles, griegos, romanos, samaritanos, santos y pecadores, sanos y enfermos, amos y esclavos, ricos y pobres. Nadie está excluido, por tanto hoy no podemos apartar a los no creyentes, a los gays, a las minorías, a los musulmanes, hindúes o a quienes forman parte de los pueblos originarios o culturas tradicionales. Los cristianos con el tiempo empezamos a distorsionar el mensaje de Dios sustituyéndolo por el nuestro, el que nos convenía para dominar a los demás, satisfacer nuestro ego, ansias de poder y  riqueza o para ocultar nuestros propios defectos con gran hipocresía.
 
En vez de proclamar la palabra de Dios y su amor a todos, atendiendo a las necesidades de los pueblos originarios, respetando su identidad, sabiduría y cultura; muchas veces guardábamos un silencio cómplice con quienes los perseguían, explotaban, los privaban de sus territorios y/o los esclavizaban. Es cierto que en el pasado nuestros misioneros defendieron a estos pueblos, basta recordar las reducciones jesuitas. Y de esto debemos sentirnos orgullosos. Sin embargo debemos reconocer que la gran mayoría no llegó a asimilar en su inconsciente que los integrantes de estos pueblos eran tan iguales como nosotros y que teníamos tanto que aprender de ellos. Por lo general los vimos con ojos paternalistas, como seres ignorantes. Pocos creían realmente que Dios expresase su sabiduría a través de ellos, de sus costumbres y espiritualidad. Vanidosamente creíamos que Dios hablaba a través nuestro y de nuestra cultura a los pueblos paganos a quienes debíamos salvar del infierno y a sus niños del limbo mediante el bautizo. Nos encanaban los sermones en vez de seguir el consejo de San Francisco de Asís de predicar siempre pero en lo posible no con palabras.
 
Vaticano II fue una saludable rectificación. En la Iglesia unos lo asimilaron muy pronto, como fue el caso de los Maryknoll. Empezamos a ver la misión ya no como la evangelización de los religiosos blancos de Estados Unidos y Europa a favor de los pobres nativos idólatras que no conocían a Jesús. El testimonio del Evangelio iba ahora necesariamente vinculado al compromiso por la paz, la justicia, los derechos humanos y de los pueblos originarios. Partiendo del reconocimiento que la misión es de todos y no sólo de los religiosos, Maryknoll incentivó el desarrollo de la labor de los laicos y sus instituciones así como la interrelación entre el Evangelio y las diferentes culturas. Jaime Madden fundador de los Afiliados Maryknoll fue todo un ejemplo en este sentido. No obstante los casi 50 años transcurridos desde la clausura de Vaticano II la Iglesia, su jerarquía y miembros distan todavía de haber asimilado completamente la depuración de nuestras propias idolatrías: el poder y superioridad de nuestra cultura occidental, el culto a las jerarquías, al dinero así como el menosprecio a las culturas tradicionales. Es nuestra obligación ponerlo de manifiesto y trabajar para que esta situación siga cambiando. Seamos sabios, reconozcamos que todos somos iguales, unidos en el Espíritu, en la Madre Tierra y en la Creación. Empecemos a escuchar los susurros de Dios que provienen de los pueblos originarios.