viernes, 26 de abril de 2013

Buena Nueva

 
ALGUNAS PAUTAS PARA REFLEXIONAR DESDE LA METÁFORA DEL ÁGUILA Y LA GALLINA


Por Lizbeth Gramajo
Afiliada Maryknoll, Guatemala


La metáfora del águila y la gallina ha sido ya bastante difundida; sin embargo, pocos conocen su origen. Esta metáfora fue contada por James Aggrey, un educador popular originario de Ghana, considerado uno de los precursores del nacionalismo africano y del panafricanismo. Vale la pena recordar que la historia de este pequeño país africano, situado entre Costa de Marfil y Togo, está ligada a una larga historia de la colonización por parte de los británicos, holandeses, franceses y portugueses. Debido a sus riquezas en oro esta región fue llamada Costa de Oro, Aggrey creía que para liberar esta colonia se necesitaba liberar la conciencia del pueblo, la cual estaba esclavizada con ideas y valores introyectados por los colonizadores. El 6 de marzo de 1957 se proclamó la independencia de Costa de Oro y el país recuperó su antiguo nombre: Ghana.  ¡Ghana fue la primera colonia africana en conquistar su independencia! James Aggrey no alcanzó a ver la liberación de Ghana ya que murió en 1927, sin embargo, su acción y educación liberadora inspiró a muchos hombres y mujeres a trabajar por ella.

En 1925 en una reunión de líderes populares y en medio de opiniones divididas sobre la mejor manera de liberar a Ghana de la colonización, este ingenioso educador popular pidió la palabra y regaló la hermosa historia del águila y la gallina:

 “Érase una vez un campesino que fue a la selva vecina a cazar un pájaro para tenerlo cautivo en su casa. Consiguió un aguilucho y lo puso en el gallinero con las gallinas. Comía maíz y la ración propia de las gallinas, aunque el águila fuese rey/reina de todos los pájaros. Cinco años más tarde vino a su casa de visita un naturalista. Mientras paseaba por el jardín, el naturalista observó:

-Ese pájaro de ahí no es una gallina. Es un águila.
-Claro-respondió el campesino- que es un águila. Pero criada como gallina. Ya no es un águila, se  ha  vuelto una gallina como las otras, a pesar de esas alas de casi tres metros de envergadura.
-No puede ser-replicó el naturalista-, es y será siempre un águila. Tiene corazón de águila y ese corazón lo hará volar, un día, a las alturas.
-¡Qué va!-insistió el campesino-, se convirtió en gallina y jamás volará como águila.

Entonces decidieron hacer la prueba. El naturalista tomó el águila, la levantó muy alto y, desafiándola, le dijo: Ya que eres un águila, ya que perteneces al cielo y no a la tierra, ¡abre tus alas y vuela! El águila siguió posada sobre el brazo entendido del naturalista. Miraba distraídamente a su alrededor. Vio las gallinas abajo, escarbando los granos, y saltó a su lado.  El campesino comentó: ¡Se lo dije! Se ha convertida en una simple gallina.  Nada de eso- volvió a insistir el naturalista-. Es un águila, y un águila será siempre un águila. Probaremos nuevamente mañana.

Al día siguiente, el naturalista subió con el águila a la azotea de la casa. Le susurró: ¡Águila, ya que eres águila, abre tus alas y vuela! Pero cuando el águila vio abajo las gallinas, escarbando el suelo, saltó y se fue junto a ellas. El campesino sonrió y volvió a la carga: ¡Ya se lo había dicho, se ha convertido en gallina! No-respondió firmemente el naturalista-. Es un águila y siempre tendrá corazón de águila. Vamos a probar por última vez. Mañana la haré volar.

Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy temprano. Agarraron al águila, la llevaron fuera de la ciudad, lejos de las casas de los hombres, a lo alto de una montaña. El sol naciente doraba las cumbres de la cordillera. El naturalista levantó al águila muy alto y le ordeno: -¡Águila, ya que eres un águila, ya que perteneces al cielo y no a la tierra, abre tus alas y vuela!

El águila miró a su alrededor. Temblaba como si experimentase una nueva vida. Pero no voló. Entonces el naturalista le sujetó firmemente, en dirección al sol, para que sus ojos pudiesen llenarse de la claridad del sol y de la inmensidad del horizonte. En ese momento, abrió sus potentes alas, lanzó el típico kau-kau de las águilas y se irguió, soberana, sobre sí misma. Y comenzó a volar, a volar hacia las alturas, a volar cada vez más alto. Voló…voló…hasta confundirse con el azul del firmamento…” (Versión contada por Leonardo Boff en el libro El águila y la gallina una metáfora de la condición humana)



Pautas para la reflexión personal: ¿En qué ocasiones me he sentido como la gallina?, ¿Qué necesito trabajar personalmente para ser como el águila?, ¿En qué ocasiones he actuado como el campesino llevando al águila al corral de las gallinas?, ¿En qué ocasiones he actuado como el naturalista apoyando al águila para que descubra su poder interior?

Pautas para la reflexión comunitaria: ¿De qué forma podemos contribuir en los procesos de liberación de nuestras propias comunidades y países para que pueden dejar de sentirse como gallinas y volar como águilas?

Pautas para la reflexión desde Afiliados y Afiliadas Maryknoll: El águila y la gallina representan dos dimensiones fundamentales de la existencia. La gallina, la dimensión del enraizamiento, de lo limitado; el águila, la dimensión de la apertura, de lo ilimitado. ¿Cómo podemos lograr el equilibrio entre estas dos dimensiones?, ¿Cómo desde los 4 pilares de Afiliados Maryknoll (Espiritualidad, Visión Global, Acción y Comunidad) podemos mantener ese equilibrio entre estas dos dimensiones de nuestra existencia?

Leonardo Boff dice: “Toda colonización-sea la antigua por la invasión de los territorios, sea la moderna, por la integración forzada en el mercado mundial-significa siempre un acto de grandísima violencia. Implica bloquear el desarrollo autónomo de un pueblo.” ¿De qué forma podemos desde nuestro trabajo en Afiliados y Afiliadas Maryknoll apoyar procesos de desarrollo autónomo de nuestros pueblos?

Para continuar profundizando en esta hermosa metáfora los y las invito a la lectura de dos hermosos libros, en los que me he basado para escribir este artículo, son El águila y la gallina una metáfora de la condición humana y El vuelo del águila, cómo el ser humano aprende a volar; ambos escritos por Leonardo Boff. 

Referencias:

BOFF, Leonardo (2006). El águila y la gallina una metáfora de la condición humana.   4ª edición. Madrid: Editorial Trotta.

BOFF, Leonardo (2000). El vuelo del águila. Cómo el ser humano aprende a volar. México: Ediciones Dabar.

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