lunes, 8 de diciembre de 2014

Editorial

 PARA TRANSFORMAR LA SOCIEDAD LATINOAMERICANA SE NECESITA...UNA EDUCACIÓN CENTRADA EN LO HUMANO
 
Por Rosa Beatriz Castañeda de Larios
Editora de No Tan Lejos del Horizonte
Versión en español
 
“Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente”  
 Mercedes Sosa.

 
Una educación centrada en lo humano honra a todos/todas como “alumnos permanentes de la escuela de vida”, valora el  interrelacionarse con la naturaleza, la familia, la calle, la comunidad, el país.  ¡Todo el continente Latinoamericano!  Y anima a que cada quien se considere responsable de su propio desarrollo y no objeto manipulado. 

Una educación centrada en lo humano que considera la propuesta andina del Buen Vivir: el centro no es la persona, sino la vida misma, todos y todas estamos interrelacionados, interconectados, independientes y en equilibrio.

“La escuela de la vida” humaniza y libera a las personas cuando se “conmueven” ante los sucesos que cada día ocurren en nuestros países, porque se consideran hermanos/hermanas, no permanecen llorando, alegando; la indignación les hace “cruzar fronteras para actuar”,  porque saben que callar es consentir y perpetrar situaciones de injusticia, al actuar,  buscan garantizar colectivamente la restitución de derechos y participar de alguna manera en  aliviar el dolor físico, emocional y social de quienes sienten que su dignidad ha sido pisoteada y su esperanza frustrada.


“Los alumnos/alumnas de la escuela de la vida” ante una situación crítica ofrecen a las personas,  desde el diálogo,  una acogida sincera para que se liberen de la confusión y el desconcierto, identifiquen el problema que los acecha, analicen en unidad el modelo de sistema en que se vive y reafirmen los sentimientos que fortalece su confianza para afrontar el futuro con dignidad y esperanza.


“Los alumnos/alumnas de la escuela de la vida” asumen riesgos y consecuencias con las acciones que se comprometen, no les afecta si quienes están a su alrededor aprueban, comparten o juzgan negativo su actuar.  “Actúan porque tienen la certeza que la ola de la misión de Dios los reta a cruzar fronteras”.


Ante el capricho de decir que “cada quien salga como pueda” o “voltear la cara”, “los alumnos/alumnas de la escuela de la vida”: le “piden a Dios que el dolor, lo injusto, la guerra, el engaño, el futuro no les sea indiferente” (1) para unirse como comunidad que los llevará a un sagrado peregrinaje.


(1), Sosa, Mercedes. Solo le pido a Dios.

 

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