lunes, 8 de diciembre de 2014

¿Qué pasa en Latinoamérica?


LA EDUCACIÓN DE LA NIÑEZ Y SU DERECHO A SER ESCUCHADOS

Por Alberto Bailetti
Afiliado Maryknoll Lima, Perú
Capítulo Sembradores de Amor

 

Pepito es un niño de 10 años que vive en Pamplona Alta un barrio pobre principalmente de migrantes andinos, al sur de la ciudad de Lima. Su realidad es la de muchos, un hogar sin padre y con una madre que debe trabajar, hermanitos menores que atender,  que anda por calles peligrosas en una urbe desordenada y de alta criminalidad, con basura mal oliente que el municipio no recoge, que los propios pobladores tiran en cualquier sitio y expuesto a graves enfermedades como la tuberculosis. Asiste a un colegio estatal de la comunidad con infraestructura precaria y serias limitaciones educativas.  

 

¿En qué consiste el derecho a ser escuchado para Pepito?  Nunca nadie se lo preguntó. La tendencia en los adultos es a no escuchar a los/las niños/as. Pepito sólo podrá participar como ciudadano  cuando llegue a la mayoría de edad. Entre tanto no tiene ni voz ni voto. La pregunta que nos viene a todos es para qué necesitamos su opinión y participación si es solo un niño.

 

Desde hace un tiempo muchos han intuido la importancia de oír las voces de los/las niños/as y que participen en transformar el mundo desfavorable que los afecta. El artículo 12 numeral 1 de la Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas aprobada en 1989 establece:

 

“Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño en función de la edad y madurez del niño”. 

 

Desde mediados del siglo XX el Movimiento Maryknoll fue pionero en las comunidades donde fundaron parroquias. Fui testigo de niño de cómo se nos daba libertad para expresar nuestras emociones y discutir los problemas. Incluso la lectura del Evangelio tenía este fin, pues a continuación conversábamos sobre los asuntos que nos concernían relacionados al tema. El deporte tenía prioridad, allí aprendíamos a esforzarnos así como a ganar y perder. Los pilares de esta política eran de un lado que al niño/a se le valoraba, se le hacía sentir importante así como a su familia, su comunidad y su idioma materno. Al niño/a se le empoderaba y se sentía bien.  Cualquiera que lea estas líneas y haya crecido en relación con una parroquia Maryknoll como catequista o estudiante recordará muchas anécdotas sobre esto.  Caricaturizando un poco, podríamos decir que la metodología Maryknoll con los/las niños/niñas era lanzarlos a la piscina para que  aprendieran a nadar solos. Hablando en serio, a veces se llegaba incluso a estos extremos fruto de la confianza y delegación de responsabilidades de los religiosos o laicos  Maryknollers en los niños/niñas.

 

Creo que para que la educación y el derecho de la niñez a ser escuchada convivan armoniosamente de la mano, es indispensable contar con la participación de los niños/niñas. Deben expresar sus problemas y soluciones con libertad, sin ser manipulados ni utilizados por los adultos. Esto no es fácil, en primer lugar tenemos que convencernos de ello los adultos.  

 

Nuestra experiencia en el trabajo en poblaciones pobres de la ciudad de Lima nos muestra que esta participación de los niños puede ser un medio importante para la solución de problemas graves de la comunidad. Por ejemplo, los niños pueden ser excelentes promotores de la salud.  La buena noticia es que contamos ahora con metodologías desarrolladas a través de décadas por instituciones como Child-to-Child que fue la precursora. Hace poco tuve la oportunidad de participar en algunos de sus talleres, dirigidos por Celine Woznica directora de la organización para las Américas. Ella y su esposo, ambos profesionales de la salud, fueron Misioneros laicos de Maryknoll durante 11 años en Centroamérica y ahora pertenecen a la comunidad de Afiliados de Chicago.

 

Uno de los talleres se focalizó en el tema de la salud en Pamplona Alta, donde vive Pepito. En él participaron los principales dirigentes de la comunidad, el párroco y jóvenes catequistas. El taller se realizó para reflexionar en comunidad acerca de la participación de los niños/niñas,  el ser consultados en los asuntos que les atañen, pidiendo su colaboración y en algunos casos confiando en sus iniciativas delegándoles total responsabilidad en la dirección. El lema de Child-to-Child es muy ilustrativo: Cuando los/las  niños/niñas trabajan juntos/as pueden cambiar su mundo. Dicho en otras palabras, con la educación participativa podríamos caminar mejor en hacer vida el derecho de la niñez a ser escuchada.



 
Pepito, es un rostro con una historia común  a muchos niños/ niñas en Pamplona Alta, Perú.


No hay comentarios:

Publicar un comentario