martes, 22 de abril de 2014

Editorial


CAMINEMOS HACIA LA JUSTICIA Y LA PAZ
 
Por Rosa Beatriz Castañeda de Larios
Editora No Tan Lejos del Horizonte
Versión en español
 
Tolerar una injusticia significa abrir el camino a las que siguen


¿De qué manera camina cada país latinoamericano hacia la paz y la justicia? 
En sus países ¿Qué acciones asume la Iglesia en la construcción de la paz y la justicia?
¿Por qué en la Biblia se lee que: “la paz y la justicia están íntimamente relacionadas?
 
El Concilio Vaticano II expresa que el cuidado de la vida social pertenece a todos los/las ciudadanos, ciudadanas, por consiguiente, a las y los afiliados. Situación que exige estar atentos al bien común y a la paz social. No está permitida la neutralidad política, debe tomarse partido contra la injusticia y a favor de la libertad y dignidad humana.  Práctica que hizo vida Jesús de Nazareth, a quien debemos imitar.

La justicia es ética, honradez, equidad y exhorta a cada persona sin importar su situación económica, status, poder, a ejercerla y a  exigir que se cumpla.  Practicando la justicia se alcanza la paz y entonces la ciudadanía se respeta entre sí, quien ejerce el poder respeta los límites establecidos, la corrupción deja de ser una tentación, desaparece la impunidad, deja de existir la lucha armada entre los pueblos y países, los derechos humanos se respetan, las personas son libres de denunciar actos ilícitos e inmorales y el conflicto se ve como una oportunidad para negociar, crecer y vivir fraternalmente.

¿Por qué caminar hacia la paz y la justicia es posible cuando los
gobiernos asumen el bien común como prioridad?

Nelson Mandela, líder de calidad moral y personal, tuvo una gran entrega, un gran compromiso y mucho sufrimiento por defender sus ideales y los de su pueblo a favor del bien común, porque su interés estaba en reconstruir e integrar no en polarizar.
La violencia directa causa menos muertes en comparación con la violencia estructural, llamada también violencia invisible, porque   l    e   n   t   a   m   e   n   t  e     sin que nadie le ponga atención agrede a un colectivo desde la misma estructura política, económica, social por medio del hambre, miseria, enfermedad, analfabetismo, abuso de autoridad, relaciones asimétricas que ejercen control sobre las personas, racismo;  privando de paz y justicia a la población y provocando la muerte como consecuencia inevitable. 

Su amenaza es institucional, no se es víctima de la lucha armada sino de la injusticia social (distribución desigual de los bienes sociales).   La sociedad sabe o se imagina que millones de hermanas y hermanos morirán, pero aún así vive día a día sin velar porque se den cambios en la condiciones de inequidad.

¿Qué hacer para caminar hacia la paz y la justicia?
Crear lazos fuertes solidarios que lleven a unirse con las hermanas y hermanos latinoamericanos.
Comprometerse activamente a alcanzar el bien común. 
Considerar a la otra persona, pueblo y nación como personas con quien se comparte el  banquete de la vida porque todas y todos somos igualmente invitados.
Establecer una relación entre cultura de paz y calidad de vida.
Fortalecer una paz unida a la justicia solidaria y equidad estructural.
Educar desde la no violencia y los derechos humanos.

 

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