martes, 22 de abril de 2014

¿Qué pasa en Latinoamérica?

 
LOS RETOS DE LA JUSTICIA DESDE EL DERECHO A LA SALUD EN GUATEMALA
 
La salud de las mujeres  ¿Prioridad en Guatemala?

Dra. Ana Lucía Garcés del Valle
Investigadora Principal de País  Red Global para la Investigación
de la Salud de la Mujer y el Niño
 Fundación para la Alimentación y Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP)
Afiliada Maryknoll, Capítulo Guatemala


La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud como “el más alto nivel alcanzable de bienestar físico y emocional y no solo la ausencia de enfermedad”.   Para las poblaciones indígenas, la enfermedad resulta de un desequilibrio en la armonía entre los individuos, las comunidades y el universo, por lo que el origen de la enfermedad debe buscarse en el deterioro de las relaciones con el mundo de la naturaleza, con el propio espíritu o con otras personas (Alcock, 2001) y la atención al problema de salud no se centra en la curación de los síntomas, sino en la restauración del equilibrio con la naturaleza (Flores, 2004).
 
La equidad es un principio ético, que indica que la ciudadanía de un país tiene derecho al “más alto nivel de salud que está indicado por el nivel de salud del grupo más aventajado”(Organización Panamericana de la Salud, 2013). En contraste, la inequidad en salud se refiere a las diferencias en el acceso a la salud que son innecesarias, injustas e inevitables (Whitehead, 1985). Estas diferencias colocan a las personas que son más vulnerables por un bajo nivel socioeconómico, por su sexo y por ser de etnias discriminadas, en mayor desventaja.  Un claro ejemplo de la inequidad en Guatemala es aquella mujer rural que padece de anemia crónica por la pobreza, no tiene otra opción que tener el parto en su casa, sangra mucho y su salud, de por sí inequitativa, se vuelve aún peor porque se perpetúa esta condición y empeora. 
 
El Estado que prioriza la equidad en salud para las mujeres realiza una distribución social justa de las responsabilidades, el poder y las recompensas para la contribución de las mujeres y los hombres en la gestión de salud, valorando el trabajo no remunerado en el cuidado de ésta. Para determinar si las políticas se están acercando o alejando de una justicia social en salud, evalúa comparando la salud y sus determinantes entre los grupos más y menos aventajados.  Significa que las mujeres y los hombres tienen la misma oportunidad de gozar de las condiciones de vida y servicios que les permiten estar en buena salud, sin enfermar, discapacitarse o morir por causas que son injustas y evitables.

La salud de las mujeres tradicionalmente  se enfoca y limita en su función de ser madre, cuando en realidad su salud es más compleja. Se sabe que nacen más hombres que mujeres, pero por ser más fuertes las mujeres, sobreviven más como bebé y al final de la vida, viviendo de seis a ocho años más que los hombres.  A pesar de que viven más tiempo, el tener menor acceso a la nutrición, la educación, el empleo y los ingresos poseen menos oportunidad de gozar de una buena salud.

Las mujeres padecen problemas de salud que frecuentemente son fáciles de prevenir. Por ejemplo, al cocinar en fuegos o cocinas tradicionales, respiran diariamente una mezcla de cientos de contaminantes, el humo dentro de las casas causa que 500, 000 de 1, 300, 000 muertes anuales sea por problemas respiratorios crónicos. Durante el embarazo, la exposición del embrión en desarrollo a esos contaminantes dañinos puede ser causa de bajo peso al nacer o incluso de muerte intrauterina.

De las muertes maternas (embarazo, parto y posparto) el 99% del medio millón que se registran cada año se produce en países en desarrollo. Siendo cuatro las causas principales de la muerte materna: hemorragias graves, infecciones, abortos peligrosos, trastornos hipertensivos de la gestación (preeclampsia y eclampsia) y parto obstruido. Cada año, en los países de ingresos bajos y medianos,  se registran aproximadamente 16 millones de partos en jóvenes de 15 a 19 años (más del 10% de la totalidad de los partos). En estos países, las complicaciones del embarazo y el parto son la principal causa de muerte  entre las jóvenes. En los países en desarrollo el porcentaje de mujeres que acuden a un mínimo de cuatro consultas prenatales durante el embarazo oscila entre un 56% para las mujeres de las zonas rurales y el 72% para las de zonas urbanas. Al no recibir los controles necesarios además de no recibir la atención y tratamiento adecuados, no es posible administrar vacunas o detectar problemas tales como la transmisión materno infantil del VIH/sida.  En los países en desarrollo se realizan aproximadamente 21 millones de abortos peligrosos anuales que producen 47 000 muertes maternas. Muchas de esas muertes podrían evitarse si tuvieran acceso a información acerca de la planificación familiar y uso de anticonceptivos.

Todos estos datos nos pintan la situación de salud de las mujeres guatemaltecas y se ejemplifica mejor con la frase que expresa constantemente la mujer que llega a un servicio de salud, después de haber recorrido una gran distancia:  “Seño, me haría el favor de atenderme”. Al escucharlas, aparte de indignarme, me lleva a proclamar,  que ¡LA SALUD NO ES UN FAVOR, ES UN DERECHO EN GUATEMALA!

Referencias:
Alcock G (2001). Aspectos socio-culturales de la salud: las mujeres en edad fértil. Pucallpa, Médicos sin Fronteras
Flores Guerrero, Rodrigo (2004). Salud, enfermedad y muerte: lecturas desde la antropología sociocultural. Revista MAD No. 10. Departamento de Antropología. Universidad de Chile.
Organización Mundial de la Salud.  Diez cifras sobre la salud de la mujer. http://www.who.int/features/factfiles/women/es/ (Acceso: Abril 2014)

Whitehead, Margaret (1985). The Concepts and Principles of Equity and Health. World Health Organization. Copenhagen, Dinamarca.
 

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