viernes, 27 de febrero de 2015

Buena Nueva


 

El mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma con el lema
“Fortalezcan sus corazones”
es una invitación a la conversión ante  la globalización de la indiferencia.

NADIE SE SALVA DE DECIR ¡YO NO SOY INDIFERENTE!

El pueblo de Dios tiene necesidad de renovación para no ser indiferente
y para no cerrarse en sí mismo.

La indiferencia aparece todos los días y a todas horas, se encuentra en la casa, la calle, la oficina… parece que se lleva pegada y su uso se justifica. La globalización de la indiferencia ha llevado a no respetar la dignidad o situación de vida de las personas, a escuchar expresiones como: “qué me importa”, “no puedo hacer nada”, “prefiero no meterme en problemas”.  “Siendo imparcial disfruto del espectáculo sin preocuparme, lo juzgo,  y culpo a otros/as de lo que sucede”.

 
El amor debería impedir ser indiferentes a lo que sucede, pero muchas veces cuando se está bien, se olvida de los demás, no interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen.   El corazón cae en la indiferencia, actitud egoísta que ha alcanzado una dimensión mundial que puede hablarse de la globalización de la indiferencia.

 
La indiferencia, palabra fría, insensible, sin color, sin postura, principios, que mata la curiosidad y el interés.    Atrae porque lleva a preocuparse exageradamente por sí mismo/a, no se siente responsable, afectado, perturbado ante la realidad de los demás y la naturaleza.

 
La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él…


En esta Cuaresma aprendamos a sentirnos RESPONSABLES hacia los demás, a AFECTARNOS por lo que ocurre en la realidad, a COMPROMETERNOS no con discursos, sino con hechos concretos, a PARTICIPAR por el bien común.

El Papa dice que para superar la indiferencia en esta Cuaresma se debe vivir un camino de formación del corazón.  Tener un corazón misericordioso, que se deje impregnar y guiar por los caminos del amor que llevan al prójimo.  Un corazón pobre que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por los demás.

 


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